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Boletín de Cuaresma 2010
RESEÑA HISTÓRICA DE LA PRIMITIVA
HERMANDAD
El 10 de Febrero de 1952, «en virtud de las
facultades concedidas por el Emno. Y Rvdmo. Sr. Cardenal
Arzobispo para el tiempo de la Santa Misión», Fray Valentín
Pérez Cantero, superior de dicha Misión, aprobaba las
Reglas de fusión entre las Hermandades paradeñas de Nuestro
Padre Jesús Nazareno y de la Virgen de los Dolores titulándose
entonces la Corporación: «Hermandad de Nuestro Padre
Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Santísima Virgen
de los Dolores». Se reconocía entonces de Derecho una
relación que de hecho se venía produciendo desde siglos
atrás.
La fecha fundacional de esta Hermandad se
conoce actualmente gracias a las investigaciones del
prof. D. Álvaro Pastor Torres, hermano de esta
Corporación.
Sus investigaciones han permitido conocer con exactitud
la fundación de estas antiguas hermandades paradeñas que
unieron sus caminos en 1952. Así, y gracias a los documentos
conservados en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla,
se ha podido saber que el 25 de Marzo de 1605, festividad
de Nuestra Señora de la Encarnación, se fundaba e instituía «la
Cofradía de los Nazarenos en la Iglesia Mayor (parroquial
de San Eutropio) de la Villa de Paradas. La citada fundación
vino precedida del correspondiente mandamiento eclesiástico,
expedido por el entonces »Provisor Oficial y Vicario General
de esta Villa y su Arzobispado» don Antonio de Covarrubias
y Leiva, con fecha 22 de Marzo de 1605. Treinta y ocho
hermanos firmaron y declararon el acta fundacional, encabezados
por el ministro Domingo de Cepeda, presbítero mayor de
la parroquial.
Igualmente, se han descubierto, en el mismo Archivo, las Reglas
fundacionales de la Hermandad de la Virgen de los Dolores, cuya creación
se acordó el 24 de Abril de 1761 en la Ermita del Señor San Juan de Letrán, «atendiendo
al mucho afecto que a dicha Sra. de los Dolores le tienen los de esta Villa».
Esta Hermandad permaneció en la Ermita de San Juan hasta su saqueo de 1936.
Posteriormente pasó a la Parroquia de San Eutropio.
En las citadas Reglas fundacionales, y en su Capítulo 13, se
establecía la obligación de acompañar a las demás cofradías de la Villa:
Vera-Cruz, Dulce Nombre de Jesús y Santo Entierro de Cristo (hoy desaparecidas)
y Jesús Nazareno. Así fue hasta la década de los cincuenta del presente siglo,
en que dejaron de procesionar las citadas hermandades para quedar en exclusiva
acompañando a Jesús en su camino al Calvario con la Cruz sobre los hombros.
Aunque la Hermandad de la Virgen de los Dolores no se creó hasta bien entrado
al siglo XVIII, hay constancia documental del acompañamiento de la Dolorosa
(también llamada de la Soledad) a la Cofradía de Jesús durante el siglo XVII.
La imagen de la Virgen de los Dolores es obra anónima del siglo XVIII. Fue
gravemente mutilada en Julio de 1936 y restaurada por el escultor alcalareño
Manuel Cerquera.
La documentación conservada tanto en el Archivo del Arzobispado,
como en el de la Hermandad, nos permite conocer la vida ininterrumpida de
ambas corporaciones penitenciales. Por lo que respecta a la de Jesús Nazareno,
el libro de entrada de hermanos, cabildos y cuentas conservado en el Archivo
Arzobispal nos informa de la vida de la Hermandad entre 1605 y 1683. Los
libros de visitas pastorales nos proporcionan datos de los años 1691, 1699,
1705 y 1715. El amplio periodo comprendido entre 1732 y 1913 se conoce gracias
al libro de cuentas y cabildos que se conserva en el Archivo de la Hermandad.
Por último, desde 1913 hay constancia documental –escrita y gráfica- de la
vida de la Hermandad, noticias que llegan hasta nuestros días y son celosamente
custodiadas para el mejor conocimiento de la secular historia de nuestra
Primitiva Corporación.
En cuanto a la documentación de la Virgen de los Dolores, además
de las Reglas Fundacionales (1761) se conservan otras más tardías –también
en el Archivo Arzobispal- que fueron aprobabas en 1899 por el recordado Cardenal
Spínola.
Breves noticias históricas de la Hermandad de Nuestro
Padre Jesús Nazareno:
Fue fundada como señalábamos más arriba, el 25 de Marzo de 1605.
Durante el siglo XVII procesionaba «el jueves Santo en la noche, a la prima».
Anualmente también costeaba la predicación (Sermón) de la Pasión. Los cabildos
de salida tenían lugar –y así sucederá hasta bien entrado el siglo XX- el
Domingo de Ramos. Durante la procesión era acompañada por «Nuestra Señora
de la Soledad con sus insignias y hermanos». También formaba parte del cortejo
procesional, en paso aparte, San Juan Evangelista. Esta costumbre se mantuvo
hasta 1936. Recientes investigaciones han puesto de manifiesto que la primera
Imagen de Jesús Nazareno data de 1611 y fue obra del escultor Antón González.
Prueba de la abundante devoción a Nuestro Padre Jesús Nazareno
en el siglo XVII, y por consiguiente durante la pujante vida de la Corporación
Penitencial, es el número de hermanos que tenía en 1657: 348 (entre hombres
y mujeres). Su distribución domiciliaria por calles era la siguiente: Carmona
(33), De Arahal (59), Horno Viejo (39), Antón Freire (88), Nueva (16) y Calle
Real y Plaza (113).
Pasando ya a noticias del siglo XVIII podemos señalar el cambio
de hora procesional que reflejan los cabildos de salida. Desde 1733 hasta
1792 se ordena «que salga el Viernes de mañana por las calles acostumbradas».
Entre 1793 y 1818 podemos leer con reiteración anual «que salga como acostumbra
el Viernes Santo de madrugada». A partir de 1819 se vuelve al horario antiguo
en la mañana del Viernes Santo, que es el que hoy está en vigor.
En 1744 se reunieron las tres cofradías penitenciales para sufragar
una nueva imagen de «Dolores y Soledad de María Santísima». En 1789 la Hermandad
de Jesús Nazareno labró su capilla y camerín en la parroquial de San Eutropio
que por entonces levantaba desde los cimientos el arquitecto diocesano Fernando
de Rosales. En el primer tercio del siglo XX se construyó en dicha capilla,
por la familia González-Varea, una cripta panteón.
La Corporación nazarena soportó los envites políticos y sociales
del siglo XIX, y aunque perdió con la desamortización 2’8 hectáreas de tierra
cultivable –su principal fuente de ingresos- el celo de la familia Varea
permitió la subsistencia de la Cofradía y del culto a Nuestro Padre Jesús,
obra que en 1904 fue restaurada por Manuel Gutiérrez-Cano. Dicha imagen se
perdió en 1936, siendo sustituida a los pocos años por otra del ceramista
y escultor Enrique Orce, todo ello gracias al esfuerzo de Don José Avecilla
González que puso todo su empeño en continuar el legado histórico que había
caído en sus manos.
Desde entonces hasta ahora, generaciones enteras de paradeños
han contribuido a dar testimonio de fe cristiana al trabajar por y para la
Hermandad que desde 1952 unió por siempre dos devociones de honda y secular
raigambre en la Villa de Paradas.
Esta es nuestra Historia, de la cual partimos y la que queremos
continuar con la adaptación a los nuevos tiempos de la Iglesia.
Extraído de las Reglas de la Hermandad aprobadas el 7 de Noviembre
de 1996, páginas 1 a 4.
ACTA DEL AÑO 1912
En la villa de Paradas a 31 de Marzo de 1912, siendo
Domingo de Ramos del año actual, reunidos los
cofrades de Nuestro Padre Jesús Nazareno bajo
la presidencia de Don Rafael Barea Díaz cura
párroco de este pueblo y rector de esta santa
cofradía, acompañado de Don José Avecilla
González, delegado de la misma, por autorización
expresa del que fue su mayordomo, Don Eduardo González
Varea, y de los diputados ausentes y hermanos todos,
que al efecto se habían citado; con objeto de
reanimar el decaído espíritu religioso
dentro de nuestra piadosa asociación ya que
este empuje de fe y hecho por la causa de Dios, no
podíamos llevarlo a otras esferas debido a las
corrientes de impiedad predominantes en nuestros días
al propio tiempo testimoniar ante la presente y futuras
generaciones que la Hermandad de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, de Paradas, es y será una entidad
religiosa, constituida por personas, que aún
vive en sus corazones ese entusiasmo y fervor que hicieron
grande a nuestros mayores y que en nada ha menguado,
en los que ostentan actualmente su emblema, a pesar
de los embates perniciosos del modernismo filosófico
de nuestra época.
Pertinente nos parece a todos el consignar datos y cosas acaecidas en nuestra
hermandad desde que se iniciaron los vientos que parecía iban a desgajar
y extinguir el florón más preclaro de la piedad, la fe, esa
fuente purísima, ese manantial inagotable de aguas límpidas
y cristalinas, donde el cristiano sacia su sed alimentándole y fortificándole
en su constante perseverancia que entrañan los misterios y sublimidades
de la más grande de las religiones, de aquella que fundó el
hombre Dios, el humilde Nazareno.
Desde aquellos nefastos días del siglo XVIII en que los enciclopedistas
franceses lanzaron a los cuatro vientos gérmenes de ponzoñosa
filosofía, desde entonces, empiezan los embates y campañas
de impiedad contra la Iglesia, contra sus ministros y contra sus más
sacrosantos y augustos misterios; tan perniciosa semilla hizo sus estragos
en todos los estados católicos del mundo; en nuestra patria, en nuestra
España querida, la satánica demagogia empezó a escalar
y corroer los seculares cimientos de fe y piedad que sostuvieron y ensancharon
Pelayo, Cisneros y Teresa de Jesús. En los cincuenta años primeros
del siglo XIX, dictaron los gobiernos españoles múltiples disposiciones
y promulgaron leyes encaminadas todas a restringir y mermar el poder y derechos
de la Iglesia, de sus comunidades religiosas, de sus asociaciones benéficas,
de sus hermandades, de sus cofradías y de todo aquello que relación
tenía con su culto y esplendor; en una palabra, le arrebataron fincas,
alhajas y cuanto de valor tenían, satisfaciendo así la sórdida
ambición del hambriento lobo, que se ensaña y come al inocente
corderillo.
Nuestra hermandad tenía diversas fincas y todas, absolutamente todas,
quedaron entre las garras de Luzbel; este no consiguió su objeto,
por cuanto más se avivó la fe y piedad de las personas bajo
las cuales estaba el culto a Nuestro Padre Jesús, de Paradas; desde
que la hermandad quedó sin bienes propios, se centuplicó el
culto a su venerable imagen.
El último cabildo de que tenemos conocimientos celebrara nuestra cofradía,
data de 26 de Marzo de 1826 en el que fue nombrado mayordomo Don Juan Varea
y Varea continuando hasta nuestros días la Hermandad dentro de la
familia de dicho señor; al faltar este pasó a Don Tomás
Varea Rodríguez, por óbito de este a Don Joaquín González
Acebedo, marido de Doña Antonia Varea Rodríquez y por defunción
de estos a su hijo Don Eduardo González Varea.
Muchas mejoras se introdujeron en todo lo relativo a Nuestro Padre Jesús
en los años que ha tenido tales mayordomos esta piadosa asociación;
en el año de 1860, se doró el retablo que en la parroquia tiene
nuestra cofradía, obra que se hizo a expensas del expresado Don Tomás
Varea Rodríguez y de su hermana Doña Catalina, en tiempos de
estos se doró la corona del Señor.
Siendo después mayordomo el indicado Don Joaquín González
Acebedo, se doró la repisa y se compraron los candelabros que actualmente
ostenta el paso. Al hacerse cargo de su mayordomía Don Eduardo González
Varea, entró la Hermandad en un periodo de levantado espíritu
religioso; dado el celo y piedad de este Señor fueron muchas las personas
que se inscribieron como hermanos de Nuestro Padre Jesús Nazareno;
a esta sazón, la camarera del Señor, Srta. Dolores González
Varea, costeó para culto de Jesús un magnífico plan
de altar de estilo gótico que se compone de una cruz, un atril, dos
sacras y seis candeleros de altar dorados; un pendón de terciopelo
morado bordado en oro y con riquísimo cordón también
de oro; en 1903 por la piedad de la expresada Señorita se construyó para
el Señor una cruz de madera tallada, con cuatro casquetes de plata
repujada.
En 1904 se restauró la efigie del Señor, obra que fue ejecutada
por el escultor sevillano Don Manuel Gutiérrez Cano, dispendio hecho
por el mayordomo Señor González Varea y sus devotas y piadosas
hermanas.
En el mismo tiempo se hizo la túnica que hoy tiene Nuestro Padre Jesús
Nazareno; el bordado que tiene fue pasado al que tenía la túnica
antigua, gasto hecho por Don Eduardo González y algunos devotos.
La Hermandad ha seguido siempre las normas de su fundación con las
variantes atemperadas a las circunstancias por que hemos ido atravesando,
siempre se ha predicado el sermón de Pasión a las tres de la
mañana del Viernes Santo; enmedio del mismo se pronuncian los pregones,
el de la Oración del huerto, el de Pilatos y por último el
del Angel; a este sermón asiste todo el pueblo, o mejor dicho la parte
más popular del mismo.
El día 24 de Abril de 1911 falleció el mayordomo Don Eduardo
González Varea; su muerte produjo hondo sentimiento en todos los cofrades
y de duelo en general en toda la población, pues para las relevantes
dotes de caballerosidad y acendrado catolicismo, caridad inagotable y ejemplaridad
en su modo de proceder, dejó inmenso vacío en la hermandad
de Jesús y duelo en cuantos le trataron.
Encontrándose vacante el cargo de mayordomo por el fallecimiento del
nunca bien llorado Don Eduardo González, el señor cura Don
Rafael Barea manifestó a los asistentes que creía imprescindible
sustituir a aquel por otra persona que por sus condiciones de honradez, piedad
y catolicismo pudiera desempeñar el cargo de mayordomo; los concurrentes
todos por unanimidad, designaron a Don José Avecilla González
sobrino del difunto, el que aceptó muy gustoso el cargo a que inmerecidamente
se le había elevado, dio las gracias a la Hermandad, manifestando
que por la misma hará todo cuanto sus fuerzas pudieran, contando en
esta ardua empresa con la cooperación con todos los cofrades de nuestra
santa y bendita cofradía.
Acto seguido, por el nuevo mayordomo fue propuesto a la Hermandad para el
cargo de delegado suyo en los casos de ausencia o enfermedad, al joven cofrade
Don Antonio Pérez Espejo; la Hermandad acogió con verdadero
asentimiento tal designación; este se levantó y dio las gracias
a todos manifestando el afecto que sentía a Nuestro Padre Jesús
Nazareno que le animaba para hacer por la Cofradía, más quizás
que lo que sus fuerzas puedan, pues la fe le alienta y con ella colmará los
actos que emprendiere.
Todos cuantos gastos se vienen haciendo en la Cofradía, absolutamente
todos, son sufragados por su mayordomo, sin que se postule por la población,
sin que a nadie se le pida ni un solo céntimo.
Por último se excita el celo de todos los cofrades para no desmayar
un momento en la fe que nos anima, asistiendo todos a la cofradía
con sus túnicas respectivas, demos una prueba de verdadera piedad
y entusiasmo religioso; y qué menos que en unas pocas horas hagamos
algo por el que en una Cruz murió, padeciendo por las culpas y pecados
nuestros.
No habiendo más asuntos que tratar, se da por terminado, lo que yo
el hermano secretario certifico.
(A continuación, aparecen las firmas de 69 hermanos, incluido
el Señor Cura párroco Don Rafael Barea.)
Transcribió:
David Florián Sanz.
Paradas, 15 de agosto de 2000. Año jubilar.
Festividad de la Gloriosa Asunción de la Santísima Virgen.
Conmemoración del IV Centenario de la Fundación de la Hermandad
de Jesús Nazareno (1605-2005)
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